Manuela
Malasaña Oñoro es heroína y leyenda del barrio y la calle madrileña que ahora
tienen su nombre. Fue una de las víctimas del Levantamiento contra las tropas
napoleónicas el 2 de mayo de 1808.
Manuela
Malasaña Oñoro era la hija de un panadero francés, de nombre Jean Malesange y
de su esposa Marcela Oñoro. Tenía la profesión de bordadora y vivía con su
familia en la calle de San Andrés, número 18. Tenía tan solo 15 años cuando
murió. Son dos las versiones aceptadas sobre su muerte.
La primera de
ellas fue defendida por Fernández de los Ríos, el cual afirmó que la joven se
incorporó a la defensa del Parque de Artillería de Monteleón desde el balcón de
su casa a las órdenes de los oficiales Luis Daoíz y Pedro Velarde. Su madre y
ella estaban suministrando municiones y pólvora a su padre, que luchaba contra
el ejército enemigo, cuando una bala la alcanzó. Cuenta la leyenda que su padre
siguió luchando con el cadáver de su hija en brazos.
La otra
versión sitúa a Manuela Malasaña en el taller donde trabajaba como bordadora.
La dueña del mismo no dejaba salir a las jóvenes hasta que cesaran los
disparos. Cuando Manuela salió del taller unos soldados franceses la abordaron
queriendo abusar de ella y ella trató de defenderse con las tijeras que
llevaba. Otros cuentan que los soldados la registraron y al encontrar las
tijeras la acusaron de poseer un “arma de guerra” y la mandaron ejecutar.
Malasaña fue
enterrada en el Hospital de la Buena Dicha, en la calle de Silva, fundado en
1594, que acogía a la gente pobre.